El pasado marzo, el Museo Picasso Málaga estrenó presentación de sus fondos, una remodelación de su colección permanente que lleva por nombre “Pablo Picasso: estructuras de la invención. La unidad de una obra” y que continuará vigente tres años, hasta la primavera de 2027. Este nuevo recorrido comprende un conjunto de ciento cuarenta obras del artista, una decena de ellas nunca expuestas en España y todas pertenecientes a su acervo privado; se trata de pinturas, esculturas, dibujos, cerámicas y grabados.
La gran particularidad de esta presentación respecto a otras anteriores del mismo centro se encuentra en los criterios de su ordenación: esas piezas no se exhiben cronológicamente, ni atendiendo a su estructuración en las sucesivas etapas de la trayectoria de Picasso, sino incidiendo en las inquietudes del autor que pervivieron a lo largo de las décadas, en aquellos rasgos que confieren un carácter unitario a su producción, que revelan las relaciones entre trabajos de diferentes periodos y esquivan las clasificaciones habituales.
La supervisión académica de este proyecto ha corrido a cargo de Michael FitzGerald, profesor de Historia del Arte en el Trinity College de Hartford, Connecticut (EE.UU.), en colaboración con la Fundación Almine y Bernard-Ruiz-Picasso; desde su perspectiva, el legado picassiano en su conjunto está marcado por dos fuerzas de inspiración contrapuestas, innovación y retrospección, esto es, voluntad rupturista y mirada a la tradición, y esos conceptos explican que, al margen de su inmersión en estilos tan distintos como el clasicismo, el cubismo y el surrealismo, podamos profundizar en sus composiciones atendiendo a búsquedas que fueron permanentes aunque las realizara por caminos diversos.
El planteamiento de estas “Estructuras de la invención” busca hacer partícipe al espectador de los procesos creativos del malagueño a lo largo de los años, sin fragmentarlos en sus conocidas fases (azul, rosa, cubista, clasicista y surrealista), pero también recalca el peso de las mujeres en su trabajo; podríamos, incluso, articular su obra en los periodos en que permaneció junto a (o al menos cerca de) Fernande Olivier, Olga Khokhlova, Marie-Thérèse Walter, Dora Maar, Françoise Gilot y Jacqueline Roque, por más que aquí se nos invite a contemplar al Picasso primero, al maduro y al último desde una mirada global.
Se han conjugado, por tanto, sala a sala, creaciones de distintas etapas en las que es posible apreciar una continuidad, o intercambios de técnicas y estilos; detectaremos saltos que alumbran conexiones inesperadas e ideas arraigadas: el trabajo más temprano de la primera sala data de la década de 1890; el más tardío, de 1970. Muchos de esos lazos serán temáticos: no dejó de cultivar la figura humana, el bodegón y el paisaje, y asuntos como los toros -o los minotauros-, la familia o el erotismo están constantemente presentes en sus piezas, desde diferentes formas de expresión.
Buena parte de los trabajos ahora reunidos proceden de una cesión temporal de la citada Fundación Almine y Bernard-Ruiz-Picasso, y la decena de obras inéditas en nuestro país que mencionábamos corresponden a tres óleos, una escultura, una cerámica, tres dibujos y dos cuadernos de estos. De este último conjunto, merece la pena subrayar dos pinturas de la década de los veinte (Paul y Cabeza de mujer), la escultura Mujer acodada (1933), donde exploró las posibilidades del yeso como material, y un Plat espagnol decorado con una cabeza de toro (1957), cuyos ojos, boca y hocico se sitúan a medio camino entre el rostro humano y el del minotauro; es posible que, como en representaciones similares, tenga esta imagen algo de autorretrato. El primer retrato, dedicado a su primer hijo y de carácter abocetado, transita entre la sugerencia de la espontaneidad infantil y un clasicismo bello enmarcado en el retorno al orden; en cuanto a Cabeza de mujer, responde claramente a las inmersiones surrealistas en las cavidades oscuras de la psique. Podremos contemplar, igualmente, tres esculturas africanas que el mismo Picasso atesoró.
Otra novedad de esta presentación tiene también que ver con la museografía desplegada: en nuestro paso por las salas encontraremos cinco pequeñas exposiciones en foco, comisariadas por otros tantos investigadores, que posibilitan nuestro acercamiento en profundidad a cuestiones relevantes en el desarrollo de la carrera del artista, como su relación con la escultura africana (a cargo de Joshua I. Cohen), su pintura sobre paneles de madera (Meta Maria Valiusaityte), sus esculturas en yeso de los treinta (Rocío Robles Tardío), su vida en París después de la II Guerra Mundial (Blair Hartzell) o el mural que llevó a cabo en los cincuenta para la sede de la UNESCO en la capital francesa (Giovanni Casini).
En los próximos meses podremos ahondar más en las tesis de “Estructuras de la invención”: en junio, el Museo Picasso presentará un panel cronológico que mostrará los vínculos de la vida del artista con su arte y con los acontecimientos contemporáneos; se instalará en el patio cubierto, estará dividido en diez capítulos e incluirá episodios biográficos, fotos documentales y reproducciones.
Además, está prevista para octubre la presentación del catálogo de esta propuesta, con quinientas páginas ilustradas con las obras en exposición y fotografías de las salas. Tendrá una edición en español y otra en inglés.
“Pablo Picasso: estructuras de la invención. La unidad de una obra”
C/ San Agustín, 8
Málaga
Hasta primavera de 2027
