La Sala de Bóvedas del Centro Cultural Conde Duque puede resultar un escenario propicio para la reflexión sobre lo fantasmagórico y ese es el eje de la nueva muestra colectiva que allí podemos visitar hasta julio, comisariada por el dúo formado por Manuela Pedrón Nicolaú y Jaime González Cela: “Las verbenas desiertas. Apariciones y desapariciones en el arte contemporáneo”.
A partir de nueve obras, de ocho artistas y un arquitecto, se examinan distintos acercamientos de los creadores actuales a las presencias evanescentes o las ausencias, a lo que, como explicó el filósofo Martin Hägglund refiriéndose a la hauntología, ya no es más o todavía no es; es fácil adivinar que la luz, el sonido y el tratamiento de la materia cobran mucha importancia en este proyecto, al igual que las referencias a episodios olvidados del pasado (recogidos en piedras o imágenes de otras dimensiones) y las proyecciones de un futuro que no ha llegado a materializarse.
Forma parte esta exhibición de un programa de este espacio, dependiente del Ayuntamiento de Madrid, dedicado a explorar los conceptos espectrales que aplicó a la política, la socioeconomía y la cultura el crítico cultural Mark Fisher, quien justamente popularizó el empleo del concepto hauntología de Jacques Derrida para hacer referencia a la sensación según la cual la cultura contemporánea está hechizada por los que llamaba “futuros perdidos” de la modernidad, una vez que los artistas habrían sido privados de los recursos necesarios para producir nuevas propuestas. Manejaba el británico esa noción de hauntología como “negativa a renunciar al deseo de futuro”, encontrándose este, de nuevo en sus palabras, “en las potencialidades no activadas del pasado”.
El primer trabajo que saldrá a nuestro encuentro en Conde Duque será Filamento del Guernica, una instalación lumínica de Fernando Sánchez Castillo, muy acostumbrado a trabajar con las sombras y los desechos de décadas anteriores. Consta de un hilo de luz que replica a gran escala el filamento de la bombilla de la obra de Picasso; esa luz reproduce en código morse una lista de nombres de represaliados tras la Guerra Civil, además del poema El herido, de Miguel Hernández, evocados todos ellos ellos aquí como fantasmas que no se han ido desde un gesto que remite a la reparación y a la noción de monumento como lugar de memoria.
Elsa Paricio, que en paralelo expone en 1MiraMadrid una propuesta que aúna geografía y archivos, viene trabajando en los últimos años, con la colaboración de su familia, en el proyecto N.I.N.E.S: Novel Institut Noticing External Signals; ese es el nombre de una institución de carácter ficticio con actividad real, y sede en un jardín de Guadalajara, destinada a desvelar los mundos que somos en lugares que desconocemos y a investigar en torno a la psicografía o escritura automática en relación con el proceso de duelo seguido a la muerte de una familiar muy cercana a esta artista madrileña. En la Sala de Bóvedas podremos contemplar algunas formalizaciones de esos estudios: dibujos compuestos por capas de sedimentación de agua marina secada al sol cuyo aspecto recuerda el de las más tempranas fotografías espaciales y el de los mapas cartográficos de fondos marinos.
Por su parte, Ana Laura Aláez, que a su vez acaba de inaugurar en Es Baluard Museu, exhibe aquí parte de su trabajo durante su reciente estancia en la Academia de España en Roma: tres esculturas y un vinilo musical elaborado junto a Ascii Disco, además de textos de la artista, en los que propone modos de abordar roles femeninos presentes en la escultura barroca italiana, en su caso no dejando a un lado uñas, puños y rastros de heridas, y por tanto lo oculto; considera Aláez que la historia del arte tiene mucho de mitología, de presencias e ideas que desaparecen y reaparecen.
De Paco Chavinet contemplaremos Interregno, una instalación que se ha adaptado específicamente a este espacio y que alude al miedo a lo desconocido a partir de lecturas literarias que tienen que ver con el horror cósmico, como los textos de Lovecraft. Su pieza central es una máquina inspirada en los antiguos planetarios mecánicos que se corona con formas anatómicas, las de los órganos corporales que nos permiten pensar, reproducirnos y hablar, distorsionadas hasta la aberración; ese invento, además, orbita sobre su eje en un movimiento con algo de exasperante y de alienado.
Clara Moreno Cela trae a Conde Duque Trastienda Seseña, un proyecto que se nutre de las ficciones creepy propias de Internet y de sus dinámicas constructivas basadas en la repetición para dar lugar a un relato nuevo en torno a las torres de viviendas levantadas en esa localidad toledana en los años del boom y su posterior abandono hasta hace pocos años. Su estética podríamos bautizarla como low cost cañí.
De vuelta a la escultura, Carlos Monleón nos enseña cinco piezas sonoras pertenecientes a su serie La inevitabilidad de la boca. A este autor le interesan los vínculos entre la percepción del cuerpo y los patrones digitales; creó estas obras a partir de estudios de descomposición de sonidos humanos no lingüísticos y de formas aisladas de figuras de patrones de reconocimiento en sistemas visuales, por eso nos resultan a un tiempo familiares y extrañas. La escultura, junto con la poesía y la pintura, también se integra en la propuesta de Pere Llobera en Conde Duque: la reciente instalación The Kindness of the Clowns. Él afirma caminar por Barcelona como un fantasma que dialoga con lo que ya no existe, atendiendo a hallazgos insólitos, bohemios y, a ser posible, contraculturales. Un raro poema de Kenneth Patchen fechado en 1958, entre tierno y violento, fue el punto de partida de una gran pintura que para esta exposición decidió convertir en diorama: representa a un grupo de payasos poco amables acercándosele.
Se cierra el recorrido con un proyecto inédito y no llevado a cabo del fallecido arquitecto Luis Moya y con una propuesta de Clara Montoya. Moya, en un principio ligado a cierta renovación arquitectónica en España, se opuso sin embargo al movimiento moderno y, en la Guerra Civil, planteó la construcción en Madrid de Sueño arquitectónico para la exaltación nacional, un complejo funerario del que aquí veremos documentación y una pieza muy original, a medio camino entre la animación y el cómic. De Montoya, por último, contemplaremos TÚ, instalación formada por máquinas de luz yuxtapuestas y sincronizadas que evocan la reverberación del sol en el agua y, a su vez, modifican nuestra percepción de la Sala de Bóvedas en su conjunto, revelando u ocultando algunas de sus partes. El agua a la que aquí se alude es la del río Whanganui neozelandés, que recientemente fue reconocido legalmente como persona, poniendo en cuestión nuestra consideración física de ese concepto.
“Las verbenas desiertas. Apariciones y desapariciones en el arte contemporáneo”
C/ Conde Duque, 11
Madrid
Del 26 de abril al 21 de julio de 2024
